La contaminación persistente en nuestro planeta está originando serios problemas en la salud medioambiental. Y muestra de esos efectos secundarios son los agujeros de ozono.
La historia es testimonio de la falta de respeto y desamor por nuestro propio planeta. El maltrato de lo que nos rodea, ya sea hacia la naturaleza, animales y cualquier otro ser vivo, ha sido una constante para mostrar superioridad y tiranía frente a la Creación.
Una muestra más de nuestra propia ignorancia y falta de comprensión, pues este mundo ha sido creado para nosotros y para nuestra propia evolución. Siendo así, ¿por qué entonces maltratarlo?
¿Cómo se originan estos agujeros en la capa de ozono?
El grado de contaminación ambiental es tan elevado que Dios ha visto la necesidad de cambiar ciertos aspectos del funcionamiento en la capa de ozono.
En lo que respecta a la atmósfera, la contaminación se concentra especialmente en aerosoles y gases combustibles.
La atmosfera permitía con la capa de ozono un sistema de regulación estanca perfecto. Pero si se mantenía ese nivel de contaminación, estaba en riesgo de incendiarse. Y eso ponía en riesgo a la Tierra y la habitabilidad de los que vivimos en ella, incurriendo en grave peligro.
Como todos sabemos, la capa de ozono nos protege de la radiación solar, ejerciendo también otras funciones relacionadas con la composición y corrientes atmosféricas. Importantísimas para una correcta sostenibilidad de nuestra atmósfera.
Estos agujeros de ozono se han creado para absorber la contaminación excedente, creando así unas fuerzas a modo de pequeños tornados excéntricos que permiten evacuar grandes cantidades de gases contaminantes.
Estos gases, una vez llegan al espacio exterior, son absorbidos por los agujeros negros.
De reducirse el nivel de contaminación ambiental, se reducirían también los agujeros de ozono. Por lo que, los agujeros de ozono son un cambio adaptativo positivo para evitar nuestra propia autodestrucción.
La preocupación por la contaminación
Multitudes de sociedades científicas aúnan esfuerzo y conocimiento suficiente para promover un cambio. Otras formas de energía como las renovables y nuevos recursos de suministros para erradicar la contaminación actual.
Bien es cierto que, para que este conocimiento en pro de las energías renovables y creación de recursos sostenibles, es necesario que todos cambiemos.
Este cambio no sólo debe ser político aplicando legislación relacionada, sino que se debe abolir todo negocio y conglomerado de poder relacionado con las energías combustibles actuales.
Y ese es nuestro problema actual. Como hemos venido explicando, en otros temas de este blog, no ganaremos la vida eterna sino pensamos en el bien común antes que nosotros mismos.
Parece que muchos prefieren vivir a cuerpo de rey su vida material, condenando el futuro del resto de hermanos. Si esta situación perdura, el reloj biológico de la Tierra podría accionar su cuenta atrás.
Pues Dios no desea vernos sumidos en nuestra propia desgracia, habitando un planeta enfermo. Un planeta que Dios nos dio en pleno esplendor, lleno de cosas buenas y sanas para que aprendiéramos.
Hacemos bien en preocuparnos y seguir aprendiendo de nuestros errores, pero de nada servirá sino actuamos ya.
Nuestro planeta está enfermo
Nuestra forma actual de vivir con energías combustibles y sumidas en el materialismo del consumismo debe de cambiar.
La contaminación ambiental, de nuestros mares y la naturaleza en general, está alterando todo nuestro ciclo biológico.
Los alimentos pierden sus nutrientes y cada vez más aumentan sus grasas. Nuestros cuerpos absorben y se alimentan junto a residuos contaminantes.
Muchos seres vivos no pueden adaptarse al bioclima que la contaminación está obligando a cambiar, por lo que mueren hasta extinguirse.
El cáncer sigue aumentando la incidencia. Así como alteraciones a nivel dermatológico. Porque nuestra piel ya no absorbe el nivel de oxígeno y nutrientes necesarios para funcionar equilibradamente.
Aún estamos a tiempo
Hay lugares de nuestro mundo que ya no existen abejas para polinizar alimentos. Hay montañas que dejaron de existir. Mares que se han convertido en cementerios y bosques que ahora son desiertos.
Sin embargo, aún estamos a tiempo. No sabemos cuanto tiempo Dios nos permitirá para salvar a nuestro planeta. Hay esperanza para que los que queremos cambiar se nos escuche más fuerte. Y por ese motivo, aún podemos hacer que nuestro planeta sane y vuelva a ser el planeta que Dios nos dio.
Equivocados estamos, si cegados por nuestro propio ego y vanidad, jugamos a ser dioses y nos proponemos crear un mundo funcionante alimentándonos de nuestros alimentos transgénicos. O incluso abanderamos misiones espaciales para escapar a otros mundos.
Este es nuestro planeta y este es nuestro escenario de aprendizaje. Dios no va a permitir sigamos alentando ese afán de soberbia y vanidad que acabe por destruirnos.
Seamos coherentes y aunemos nuestros esfuerzos como buenos hermanos para curar a nuestro planeta. Dios recompensará nuestros buenos actos.
Y de la misma forma que ha creado esos agujeros en el ozono y esos agujeros negros en el universo, también obrará maravillas para recuperar la naturaleza y el ciclo biológico natural de todos los seres vivos que habitamos en ella.