Nos pasamos la vida buscando la felicidad. Ese estado de satisfacción y gozo interior en cada una de las cosas que realizamos, deseando alargarlo eternamente.
A través del amor, del trabajo, de la amistad, del disfrute… de una forma directa o indirecta, todos estamos afanados buscando esa felicidad eterna. Y quién no la busque es que no es humano, o bien, ha perdido su humanidad.
Sin embargo, ¿es posible alcanzar la felicidad en la reencarnación? ¿Es una realidad o un sueño?
¿Por qué motivo buscamos la felicidad constantemente?
De todas las vidas que existen en todos los mundos, en ninguna de ellas podemos apartarnos de Dios. Podemos intentar rechazarlo, calumniarlo, tomar su Nombre en vano; pero será imposible. Antes o después, claudicaremos y acabaremos de nuevo en sus Brazos. Pues formamos parte de Él y nuestra propia naturaleza nos atrae.
A pesar de todas estas evidencias, esta necesidad no es sólo una consecuencia de nuestra creación directa, sino que acabamos entendiendo que no podemos evolucionar sin Dios.
Y ese entendimiento nos lleva a buscar la felicidad porque ese es el sentimiento que se produce cuando estamos en las inmediaciones de Dios. Y más allá, cuando estando aún lejos de Él, lo sentimos cerca pues estamos en su Camino.
Nadie en ningún momento puede sentirse apartado de las realidades de Dios.
Y pasamos por las distintas vidas y reencarnaciones en este mundo o cualquier otro, buscando esa felicidad. Ese sentimiento que sentimos en el mundo espiritual, cuando estamos en el Camino de Dios, y que se acrecienta conforme nos vamos acercando a Él en la escala espiritual.
Por lo que sí, asimilamos todas las buenas sensaciones terrenales con la felicidad. Pero por importante que sea nuestro amor de pareja, incluso de almas gemelas, simpatía con tus amistades y compañeros, amor y entrega a los hijos. Ninguna de ellas, nada es comparable con la vida en el plano del espíritu, con la felicidad que se encuentra en las cercanías de Dios.
La peregrinación de las reencarnaciones
Visto así, la reencarnación parece un escenario cruel. Renunciamos a nuestra capacidad espiritual completa, se nos introduce en un cuerpo material que nos impide actuar como espíritus y no recordamos nada.
Sin embargo, aunque estamos ciegos, Dios no nos deja a nuestra suerte. Nos dispone de guías espirituales y nos ofrece una vida llena de estímulos, situaciones y retos para desarrollar nuestra capacidad.
A pesar de que nuestro objetivo en la reencarnación sea claro y justificado, incluso lo recibamos con aliento y alegría, no deja de ser una peregrinación para el espíritu. Pues está fuera de su hábitat y falto de sensaciones espirituales, al menos, completas.
Por ese motivo es importante veamos la importancia de la necesidad de recorrer esos mundos materiales en un tiempo lo más breve posible.
La necesidad es importante para que todos encontremos a través de la sabiduría y la comprensión de Dios, una forma de convivencia que pueda transportarnos a esos mundos ideológicos que existen en la vida que Dios tiene preparado para nosotros.
Que nadie piense que cuando alcancemos la pureza y no tengamos que reencarnarnos en un cuerpo y en un mundo material, todo ha acabado. Y viviremos eterna y felizmente al lado de Dios.
Pues no, Dios tiene mucho más preparado para nosotros. El espíritu es eterno y no tiene límites. Dios ha dispuesto para nosotros otros mundos, mundos espirituales, llenos de ideología, llenos de humanidad, llenos de alegría y simpatía. Porque todo y cuanto deseemos estará al alcance de nuestra mano.
Es allí donde nos encontraremos con nuestros espíritus afines. Y por esa razón, es importantísimo que caminemos todos juntos a través de la vida de la materia. Y que acabemos en un breve tiempo para encontrarnos realizados en el infinito, en la vida eterna.
La felicidad no es de este mundo
Allí, en esos mundos espirituales cuando seamos puros, es dónde encontremos no sólo la paz y la entrega, y seremos tal y como siempre hemos aspirado ser, sino con la condición de que somos así porque realmente lo deseamos. Esa es la felicidad que perseguimos.
Que no sintamos odio dentro de nosotros, que tampoco exista vergüenza ni vanidad, que nada pueda desviarnos de la hermosura del pensamiento limpio. Y nos miremos unos a otros sin necesidad de preguntarnos si existe algún tipo de malicia.
Dios, estando en la vida eterna a su Lado, nos expone con su Misericordia, con su forma de Proceder, con su forma de Educarnos, de darnos Sabiduría y Conocimiento, ayudando a todos a que perdamos esa segunda intencionalidad de malicia.
La vida materializada es hermosa, en especial, cuando vivamos en esos mundos más adelantados. La hermosura, la forma de vivir bajo la ideología de Dios, nos va a ayudar a que lleguemos más pronto a esa vida eterna.
Pero no os retengáis demasiado tiempo en este mundo terrenal, supuesto que tendremos etapas y otros mundos espirituales por recorrer.
Tened en cuenta que, una vez superado el mundo de la Tierra, rápidamente los otros mundos son más fáciles de conseguir.
La vida tiene un sin fin de formas de entender. La vida nos enseña la forma también de interpretar las cosas. Pero las cosas y la vida es un conjunto de motivaciones y entusiasmo para comprender el significado de dónde venimos, para con mayor fuerza impulsar y comprender la Ideología de Dios.
Por ese motivo, es tan importante que escojamos el camino que escojamos, siempre vayamos a parar a Dios y a su Filosofía e Ideología. Para que os deis cuenta de que sólo nos salvaremos cuando a través del camino que elijamos, encontremos realmente la fe de Dios.
La recompensa espiritual bien vale la pena
Todo lo sucedido en los mundos va a trascender a los eslabones espirituales. Esos eslabones espirituales nos acercarán con mucha más fe a las cosas y realidad de Dios.
Si estando materializados, viviendo amor a través de la conquista de la pareja, o del respeto a los padres, o del cariño y devoción a los hijos, somos capaces de cambiar y pensar diferente. Podemos incluso alcanzar formas nuevas de pensamiento y elevarlas hacia un futuro ideológico más importante.
Si aún con esas pocas partículas espirituales con las que nos reencarnamos, podemos hacerlo tan bien. Imaginaros cuanto no haremos estando con todas nuestras partículas y capacidad completa a través de la perfección, cuando Dios nos conceda la vida eterna y estemos a su Lado evolucionando.
Si con pocas partículas somos capaces de captar ese amor y lo trasmitimos a otros, ¿cuánto amor no podremos compartir en la vida eterna? ¿Cuánto no llegaremos a amar y comprender en esa vida eterna, en ese mundo maravilloso que Dios ha puesto a nuestro alcance?
Por eso, no desistamos, aprendamos todo cuanto podamos en nuestra reencarnación y alcancemos cuanto antes la vida eterna. Porque sin duda, es allí donde está la felicidad.
Dios alberga dentro de Él maravillas importantísimas, para que nosotros sintamos el gozo y la satisfacción de sentirnos hijos suyos. Y Él, orgulloso de ser nuestro Padre nos conducirá por esos senderos de la vida eterna. Transformándonos bajo Su Poder de inteligencia en seres realmente extraordinarios.
Y esos seres extraordinarios, nosotros, con su capacidad de entendimiento y comprensión, ayudarán a sus hermanos que están aún intentando llegar a dónde ellos ya llegaron.
Todas esas posibilidades de transmitir la pureza de Dios, derramarla a través de sus hijos, de ahí la necesidad de qué cuántos más espíritus seamos capaces de conseguir la vida eterna, también será más fácil ayudar a los demás. Porque nuestra felicidad también se alimenta de la felicidad del resto de hermanos, pues todos formamos parte del mismo universo que Dios ha creado para nosotros.