Sabemos que con la muerte llega la libertad del alma. El cordón de fluido que nos ataba al cuerpo desaparece y ya no podemos volver a él. ¿Pero qué escenario nos espera tras la muerte?
Volvemos al plano espiritual
La muerte de la materia se produce por un corte de fluido. La materia al no recibir fluido muere. Inmediatamente el alma que ocupa esa materia sale de ella, pues tras el corte de fluido sale buscando más. Este hábito de buscar fluido es un aprendizaje que se enseña a toda alma antes de reencarnarse.
Cuando el alma sale del cuerpo tras la muerte de la materia, se encuentra automáticamente en el plano del espíritu, no en el mundo del espíritu, sino en el plano del espíritu. Es decir que, aunque esté en la tierra, está en el plano ya espiritual, pues ya no posee cuerpo y se le considera un espíritu.
Ese espíritu entra en el plano espiritual y si todo va bien, seguidamente acuden hermanos conocidos por ese espíritu, espíritus familiares, y le ayudan a comprender, a que se dé cuenta de que ya no pertenece a la tierra, si no que pertenece a otro mundo, al mundo espiritual. Y que debe de seguirlos y debe acompañarlos, pues aquí en la tierra su función ha terminado y debe ser conducido al mundo del espíritu para su sucesiva integración en el mismo.
Tras la muerte pueden pasar infinidad de cosas
Si todo va bien, por lo general se comprende lo que los hermanos espirituales te aconsejan y el espíritu se deja acompañar hacia el mundo espiritual, al cual pertenecemos.
Pero evidentemente, Dios nos ha dado el libre albedrío, y el espíritu puede no aceptar el ofrecimiento de esos hermanos espirituales a conducirlo al mundo espiritual. Por lo que, tras la muerte, pueden pasar también otras muchas cosas.
Desde no hacer caso a no querer atender a esos hermanos espirituales. Puede suceder que ese espíritu no quiera comprender que ha dejado ya de existir en la tierra. Puede pensar que es un sueño lo que está pasando y hacer caso omiso a cuanto le dicen sus guías, sus familiares, sus seres queridos, amigos que han muerto anteriormente y que ya están cualificados para poder hablar con él e intentar convencerlo.
La turbación tras la muerte
Pero si ese espíritu se queda en la tierra y no hace caso de esos hermanos espirituales, su turbación aún cada día más se cierra. Pues si desde un primer momento no seguimos la ayuda que se nos ofrece y no nos elevamos hacia el mundo espiritual, cada día que pase nos va a costar más entenderlos. Porque ese apego material cada día más se ciñe y la turbación es más densa, por lo que también cada día nos costara más comprender.
Los hermanos espirituales no desfallecen, por supuesto vuelven una y otra vez. Pero si la mente de ese espíritu aún sigue anhelando su cuerpo y aún sigue esperando volver a él y se apega a aquellos seres que ha dejado en vida, esa turbación que al inicio era ligera, se refuerza cada día hasta llegar a cerrarse.
Una vez el espíritu se turba, deja de reaccionar y la confusión aún lo embrutece más.
¿Por qué Dios no permite rescatar los espíritus turbados?
Ciertamente los hermanos espirituales podrían forzar a ese espíritu turbado y llevarlo al mundo espiritual, pero Dios no lo permite.
El espíritu que ha muerto debe comprender por sí solo y decidir por él mismo el momento de su elevación hacia el mundo espiritual. Forma parte de nuestro libre albedrío.
Pero Dios nunca nos abandona y por ese motivo, no sólo ha provisto de los hermanos espirituales para ayudarnos a volver a casa, a volver al mundo espiritual. También ha provisto de los médiums para alumbrar el camino.
Los médiums pueden ayudar a los espíritus turbados
Aprovechando la videncia de un médium completo, el espíritu puede comunicarse con él y si escucha su consejo, éste podría invitarle a seguir a los hermanos espirituales para que lo condujeran al mundo espiritual.
Pero siempre y cuando el espíritu que está en turbación se deje llevar, es decir, decida por él mismo que debe seguir el consejo del médium.
Está claro que, en estas circunstancias, es más fácil de comprender la explicación de un médium, puesto que se identifica más con la materia y creerá más al médium que no al resto de espíritus.
Debido a ello, los médiums completos pueden hacer una gran labor a los hermanos que se quedan rezagados aquí en la tierra y no ascienden.
Pero aún más puede hacer un médium, aunque sólo los que han llegado al desarrollo completo. El médium puede permitir, bajo supervisión directa y ayuda de sus guías, que el espíritu penetre en su cuerpo.
Estando el espíritu turbado en su cuerpo, recluido en el estómago y sin permitir, como sí ocurre en la comunicación de un médium parlante, el control de alguna función de su cuerpo, puede recibir de forma directa la explicación del médium.
Esta situación es una aclaración momentánea, no puede prolongarse mucho tiempo, a penas unos minutos, pues cuesta contener al espíritu turbado y absorbe mucha cantidad de fluido. Pero es suficiente para clarificar su turbación y hacerle entender la diferencia entre estar materializado y estar en el plano espiritual. Es como un escenario que permite aislarlo de lo que le rodea, facilitando así su comprensión de la realidad.
De esta forma y en esta situación, cuando el espíritu turbado es liberado, rápidamente es acogido nuevamente por los hermanos espirituales que vienen efusivamente en su ayuda.
Así, Dios permite exista una continuidad en la Tierra con el mundo espiritual y con ella una necesidad tanto desde la materia como desde el espíritu para que todos nos debamos a una confraternización de ayuda, allí donde estemos como materia o como espíritu, para que nuestra hermandad continúe a través de los siglos, amén.