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Dios y el Bien

Yo os digo que Dios existe, que es palpable, que está a la vista y que solamente hay que elevar el pensamiento.

Dios es supremacía absoluta, videncia insuperable y está muy por encima del principio de cualquier escala espiritual.

Dios llega a nosotros a través de Su Palabra

Las cosas son así porque así fueron creadas por Dios. Dios nos lo da todo, todo lo que tenemos nos lo ha dado Él.

Recordad que fuimos creados por Dios y Él nos conoce muy bien. Sabe lo que nos gusta y sabe también cuáles son nuestros vicios. Y como Él nos conoce tan bien, sabe cómo podemos arreglarnos y ser mejores.

Cuando se lee o se escucha la Palabra de Dios, llega al alma y eso se siente y no puede dudarse. Se siente como un frío que recorre nuestro interior. Ese frío es el fluido que marca y mueca en nuestra alma, en nuestro conocimiento.

Dios Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas, da Palabras. Palabras que por supuesto forman frases y esas frases forman un conocimiento. Todo lo que viene del Padre se debe tomar muy seriamente porque es Palabra Sagrada. Y lo sagrado significa seriedad y respeto. Y, por tanto, no se debe ofender o calumniar las cosas sagradas de Dios. Tampoco cambiar aquello que se ha escrito en Su Nombre o difundido a través de un iluminado, un médium clarividente designado por Dios.

Muchos son los libros que han llegado a nosotros a través de la historia y que tenemos a nuestro alcance hablando sobre el Espiritismo, sobre Jesús y sobre los temas de Dios. Es cierto que son muchos, pero muy, muy pocos que lleven la Verdad del Padre.

Hay algunos que son bastantes elocuentes, pero quizás sea esta la primera vez que en este blog se están poniendo en consonancia todos los temas y no hay ninguno que albergue tal contenido como el que se está divulgando aquí mediante estos libros que se están publicando y se publicarán.

La Palabra de Dios nos enseña a hacer el bien

La enseñanza es la base del conocimiento. Todo cuanto existe en la comprensión de Dios, Nuestro Padre, llegaría a nosotros, si nosotros estuviéramos preparados para recibirla.

Cuantas cosas hermosas de tecnología y de avance nos fuese dado ya Dios,  cuantas cosas nos fuese nutrido ya Dios; si en vez de utilizarlas para el mal, nos fuéramos orientado con la idea del bien. Si en vez de ir con la avaricia, fuéramos luchado con el afán de ayudar a todos los hombres de la tierra. ¿Cuánto ya no nos fuese dado Dios?

Por eso os digo: Es necesario que cambiemos nuestra forma de comprender. Cojamos toda enseñanza y la utilicemos para hacer el bien. Porque recordad que cuanto más bien hagamos, más nosotros mismos nos nutriremos. Porque el que más da, más él recibe. Y quién crea que lo ha dado todo es que no ha dado nada. Porque si nosotros nos sentimos orgullosos o fanáticos de dar cosas, es que no somos limpios de corazón y la vanidad nos ciega nuestro propio conocimiento.

Compartamos esa enseñanza entre hermanos

Dad la enseñanza sin facturas, dad la enseñanza limpia, sin miedos. Que aquello que ofrezcáis sea limpio, sin tinieblas. Que cuando tengamos una sabiduría, la hagamos llegar al resto. Ayudemos a nuestros hermanos. Enseñadles que, si Dios nos ha dado esa capacidad superior, es para que enseñemos a nuestros hermanos. Pero enseñadlos bien.

Primero: bajemos de nuestros pedestales. Seamos sencillos y comportémonos como seres humanos. Que tener un premio Nobel por ejemplo, no signifique que sólo podéis enseñar a los privilegiados que tengan acceso a vuestra enseñanza.

Segundo: Dad la facilidad para que nuestra sabiduría, nuestro principio ideológico, llegue a todos los hombres de la tierra. No la deis a unos pocos porque no puedan pagarse una entrada, por ejemplo. No lo limitemos a unos pocos, cuando todos necesitan de esa enseñanza. Tampoco hagáis eso porque eso os resta importancia ante Dios. Y si en verdad somos elevados de conocimiento, deberíamos mostrarnos sin engaños cuando tengamos un conocimiento limpio.

Si reconocéis que es limpio, no trucarlo ni taparlo por un asunto económico. No tapéis una enseñanza a vuestros hermanos por intereses de otros seres, que sólo buscan la riqueza; que no os tapen los ojos a los que llevéis la verdad, porque un día cuando lleguéis al plano espiritual se os pedirán cuentas. Y entonces vosotros mismos pagaréis con vuestro sufrimiento y vuestra derrota.

Todo lo que está a nuestro alrededor, la propia Tierra, el universo incluso, lo ha puesto Dios también para nuestra enseñanza. Y nos dice Dios que hagamos con nuestros hijos y nuestros hermanos, así como los planetas que se ayudan unos a otros; como las estrellas que se pasan la energía de unas a otras para alimentar a un sol grande, que a su vez alimenta a un planeta para que pueda tener vida.

Nosotros que tenemos los medios, nosotros que tenemos la enseñanza, nosotros que tenemos suficiente conocimiento para diferenciar el mal del bien, atendamos a nuestros hermanos, nutramos de enseñanza y sabiduría a nuestros hermanos, y olvidémonos por un momento del lucro. Seamos justos con nuestros hermanos y lo seremos con nosotros mismos.

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