Somos sociables y buscamos la amistad. No nos gusta estar solos, al menos la mayor parte del tiempo. Necesitamos de la compañía y relación con nuestros hermanos.
Sin embargo, no sólo es una necesidad. Es una forma de amar, de comunicarnos, de entendernos, de ayudarnos y compenetrarnos mutuamente.
Caminando juntos
A lo largo de las reencarnaciones, aprendemos a relacionarnos. Hallamos afinidades entre los diferentes hermanos con los que vamos interactuando en las vidas materiales. Y juntos avanzamos más fácilmente.
Pues uno alienta al otro, nos ayudamos mutuamente y lo que parecía difícil, con la fuerza de la amistad ha sido posible.
Estas relaciones de amistad, al igual que ocurre con otros vínculos de hermandad, pueden ayudarnos a prosperar en el desarrollo de la capacidad espiritual, dándonos una velocidad vertiginosa.
La amistad puede basarse en tener aficiones similares, gustos parecidos o intereses comunes, pero la verdadera amistad va más allá de estas apreciaciones.
El amigo verdadero se preocupará cuando enfermes, cuando te venza el desánimo o te embargue un problema. Si tu amistad es verdadera, tu amigo se quedará a tu lado y en esos momentos de necesidad, hará lo posible dentro de los medios que posea y el entorno donde se mueva, para ayudarte.
Te conocerá lo suficiente para saber qué te motiva y sacar de ti lo mejor en todo momento. Te acompañará, aunque eso suponga, olvidarse de si mismo un tiempo. Porque tener un amigo de verdad, un compañero en este largo camino, es el mayor tesoro que un hermano pueda tener en esta vida material.
La amistad es el motor del amor
Y si es un tesoro en la vida material porque nos alumbra en la sombra de la materia. Imaginaros por un momento, el vínculo que podemos desarrollar en el plano espiritual con la capacidad de nuestro espíritu gran.
La amistad prospera en el sentimiento del espíritu y nos evoca a ayudarnos más aún en la vida espiritual. Estos lazos de amistad se crean entre hermanos a lo largo de muchas reencarnaciones juntos y evolucionan paralelamente, ayudándose mutuamente.
Se programan reencarnaciones juntos y estudian juntos en los coros porque sienten que unidos multiplican su capacidad y es más fácil prosperar en la carrera que a todos nos une por la conquista de la perfección espiritual.
De estos grupos afines nacen las familias espirituales. Son agrupaciones de espíritus que a lo largo de las reencarnaciones han formado por así decirlo, sus propias familias y desean reencarnarse juntos para ayudarse entre ellos.
Inicialmente suelen guardar entre ellos una similar elevación espiritual y avanzan juntos en los primeros mundos materiales. Sin embargo, a lo largo del tiempo, es posible, empiecen a destacar algunos y se distancien de los otros.
Esto es importante, pues debéis de comprender que la vida espiritual está organizada y estructurada para avanzar de forma ordenada. Por lo que se respeta el avance espiritual entre los diferentes espíritus. Son las ciudades espirituales.
Pero lejos de la evolución de cada familia espiritual, sin duda, el amor de amistad que les une ha servido para que prosperen y se ayuden mutuamente en la carrera espiritual. Y esta amistad une por siempre a esos espíritus.
Esta amistad suele trascender al plano material. Y esa inclinación o apego entre hermanos, es también lo que nos hace ser más amigos unos que otros en la vida material.
La desvirtualización de la amistad
Podríamos escribir más de un libro, describiendo cómo los lazos de amistad entre espíritus alientan la capacidad espiritual y estimulan el desarrollo del espíritu.
Sin embargo, como toda capacidad espiritual, hay que desarrollarla y empoderarla. Y ese liderazgo o tutelaje de la amistad puede orientarse hacia el bien o hacia el mal. Como todo lo que Dios nos ofrece, tenemos el libre albedrío para actuar en consecuencia.
Hasta ahora hemos comentado cómo la amistad orientada hacia el bien, constituye el motor más importante para conquistar a través del amor la elevación espiritual. Pero esa amistad también puede ser un impedimento para nuestra evolución, si se orienta hacia el mal.
Porque si aunamos esfuerzos entre varios espíritus para actuar contra nuestros propios hermanos y nos confabulamos para conseguir objetivos malvados, entonces la amistad se convierte en una fuerza contra nosotros mismos y nos hunde en la desesperación al perseguir los bienes y banalidades materiales.
Y esta desvirtualización de la amistad, lamentablemente, la encontramos también reflejada en la vida material. Y por eso es tan importante, elegir bien a nuestros amigos. Y orientar esa amistad hacia el bien.
Porque si para ser tu amigo debo ayudarte a robar, a mentir, a aprovecharse de los demás e incluso a matar. Entonces eso no es amistad verdadera, eso es confabularse para de un don que nos ha concedido Dios, proyectar esa capacidad para arrebatar el triunfo de tus hermanos.
Y esas amistades te hunden en la oscuridad. Porque inicialmente, lejos de ver los objetivos que conducen esa amistad, deseas compartir su camino y amas su compañía, esperando que juntos podáis ayudaros. Pero si esa ayuda es para hacer el mal, entonces hermanos, más vale deshacer esa amistad que anclarnos a la deriva del mal.
En busca de la amistad
Al igual que pasa con otras capacidades innatas espirituales, nos pasamos la vida compartiendo con nuestros amigos los momentos más importantes. Unos han tenido la suerte de encontrarlos, porque se han reencarnado cerca unos de otros. Otros han encontrado nuevas amistades que cultivar.
Y también hay otros que pasan su vida buscando esa amistad. Y eso es bueno, porque fortalece nuestro espíritu y nos ayuda a reconocer los valores de la vida.
Sin embargo, no desfallezcáis. Porque en el mundo espiritual, todos somos hermanos y todos hallamos la amistad y, en definitiva, el amor. Cada uno es su medida, por elevación y afinidad.
