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Dios crea, pero también destruye

Dios en un principio nos creó como espíritus. De la misma forma que una vez nos creó a través de una sola de sus partículas, puede también recoger esas partículas que forman nuestro ser, purificarlas y absorberlas de nuevo, con lo que conllevaría a nuestra destrucción.

Somos hijos de Dios

Dios nunca fue materia, sin embargo, creó la materia para la purificación de nuestro espíritu.

Los espíritus estamos formados de parte de ÉL mismo, de partículas que vamos engrandeciendo a partir de una partícula de Dios mismo.

Estamos conectados a Dios de tal manera que recibe el sentimiento de cada partícula, igual como por ejemplo notamos cuando con la punta de los dedos nos tocan o notamos la sensibilidad del dolor, del frío o nos impacta un golpe. Así es como Dios siente el sentimiento de cada espíritu, estemos reencarnados o no.

Es posible que un espíritu pueda ser destruido

Hemos de pensar, que donde más van a pasar estas cosas son en los mundos más atrasados. Cuando un espíritu alcanza la luz es difícil que involucione a una situación de negatividad que motive su destrucción.

Cuando hablemos de destrucción de un espíritu, debemos de comprender que es por imposibilidad de él mismo, porque se vuelve demasiado negativo. Es decir, a pesar de muchísimos siglos de oportunidades y reencarnaciones fallidas, no hay forma de que ese espíritu adquiera la luz, porque no quiere nada más que el vicio, el egoísmo y el tener a la gente oprimida.

Y cuando se le introduce en una nueva materia, no quiere comprender y sólo vive del egoísmo, de la brutalidad y de destruir a sus propios hermanos bajo la opresión, y promulgar de todo cuanto malvado os podáis imaginar.

Si ese espíritu no adquiere los sentimientos y bases necesarias para evolucionar, es un peligro lanzarlo a nuevas reencarnaciones. Y ya no me refiero a las de la Tierra, si no a mundos mucho más atrasados anteriores a la tierra. Hasta incluso algún espíritu de la Tierra ha sido destruido.

El planeta del silencio

Cuando un espíritu, lejos de progresar, se embrutece y se aviva en la malicia y la destrucción de sus congéneres, es conducido al reciclaje de sus partículas, su muerte.

Dios provee a los ángeles y a los arcángeles de una especie de redes de fluido, donde el espíritu es arrastrado y no puede escapar. Así se le conduce al planeta del reciclaje, llamado planeta del silencio.

Aquí se le somete a un proceso de purificación con el objetivo de regenerar sus partículas y borrar su existencia.

Hitler fue uno de ellos. Esa reencarnación fue su última oportunidad y al morir, entró en turbación y se le condujo al planeta del silencio, desapareciendo de la existencia hace unos 20 años.

Cuando se va al planeta del silencio, el espíritu por supuesto va forzado, pero intuitivamente percibe que va a significar su muerte. Pues a pesar de ser malvado, no deja de ser espíritu, y por tanto goza de la telepatía y comunicación a través del pensamiento; por lo que capta rápidamente las intenciones del ejército de Dios.

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