Dios nos creó. Y éste debe ser el origen inmutable de toda ideología espiritual.
Dios existe y debe existir siempre. Toda la creación que nos rodea sea material o espiritual ha sido creada por Dios; y se mantiene gracias al fluido de Dios, nosotros incluidos.
Buscar otro origen sería perdernos en un laberinto de oscuridad, yendo en contra de nuestra propia naturaleza.
¿Cuál es el origen de Dios?
Sólo siendo espíritus puros, es decir, en el último eslabón de la escala espiritista, se conoce la respuesta a esta pregunta y es Dios mismo quién comparte esa enseñanza. Entonces, sí, os digo que para Dios también hubo un origen. Pero debemos comprender que si estamos encarnados en la materia es porque aún no somos espíritus puros, y si un espíritu elevado con toda su compresión y sabiduría en el plano espiritual no está capacitado para comprenderlo; ¿Cómo podríamos nosotros bajo el manto de la materia?
Puede resultar a los ojos de cualquier científico una limitación de contenido, pero más lejos de la realidad, se trata de una prueba de fe.
Y esa prueba de fe la tenemos que demostrar, alentar y sentir en cada una de las etapas de nuestra enseñanza divina, ya sea a nivel espiritual o material. Y cuando hayamos alcanzado ese nivel de sentimiento, de capacidad y desarrollo; Dios nos hará partícipes de su Verdad.
Seamos pues valientes y afrontemos nuestro aprendizaje con esta Verdad Absoluta: Dios es nuestro principio de fe y de vida.
¿Cómo y cuándo nos creó Dios?
Dios creó muchas cosas antes de crearnos como espíritus. Creó muchas cosas y las destruía. Creaba otras muchas cosas y las volvía a destruir. Nada llenaba verdaderamente su Espíritu, nada le gustaba.
Dios se daba a sí mismo muchas formas. Dibujó en sí mismo muchas formas y ninguna le gustaba.
Y un día dibujó en sí mismo la silueta del ser humano, la cogió, le implantó sentimiento y vida; y eso le gustó, pues así no se sentía solo.
Por tanto, un espíritu es una partícula de luz de Dios. Dios nos creó como espíritus, a su Imagen y Semejanza. Y formamos parte viva de Él.
Si tenemos que datar el momento exacto de nuestra creación, teniendo en cuenta que la materia aún no se había creado, teniendo en cuenta que el tiempo tal y como lo entendemos materialmente no existía; va a ser muy difícil. Pero el tiempo a nivel espiritual a modo de emplazamiento y no como lo entendemos materialmente, diríamos que así estuvimos 5 millones de años luz. Entendiendo como año luz la medida espiritual de emplazamiento temporal. Y eso es mucho tiempo.
El nacimiento espiritual pues, se produce al fraccionarse las partículas de Dios. Al llevar una partícula de fluido divino, se convierte en un nuevo ser, en un nuevo espíritu. Cada uno de nosotros es una partícula de Dios, por lo que somos uno de sus hijos.
¿Dios nos creó a todos al mismo tiempo?
No. Dios creó en un principio veinte partículas, o sea, 20 espíritus. Y Dios les hablaba, los escuchaba y les enseñaba muchísimas cosas.
Aunque en un principio no podía acercarse a ellos, pues su Luz les deslumbraba. Entonces Dios puso ante ellos como si fuese un escudo, que hoy en día se mantiene para muchos espíritus, para que no nos haga daño la fuerza de Dios. Ese escudo se irá haciendo transparente a medida que nos vayamos acercando a la pureza, hasta que desaparezca y podamos ver a Dios.
Debemos entender que esas partículas forman parte de Dios, pero no son réplicas de sí mismo. Esto es muy importante, pues sino la pregunta consecuente sería por qué no somos puros y perfectos como Dios.
Esas partículas son de naturaleza espiritual y estructura divina de Dios mismo, y eso es inequívoco. Pero están mermadas y faltas de enseñanza, están vacías de conocimiento y enseñanza divina. Dios no hace réplicas de sí mismo, crea vida nueva y para dotarlas de diferenciación les permite personalizarse en la etapa de conocimiento, perfección y superación espiritual.
Aunque tenemos su Naturaleza y eso implica que gozamos de características espectaculares y desde nuestro punto de vista material, inimaginables como espíritus, como por ejemplo la eternidad o la capacidad de actuar sobre las cosas materiales. Y por supuesto, Dios no tiene sexo, por lo que nosotros tampoco tenemos sexo. El espíritu no necesita del sexo para gozar del amor.
La creación de los planetas
Dios viendo que los espíritus que había creado no comprendían, pensó que era mejor inventarse una forma en la cual pudiera darle vida y juicio de las cosas e inventó Dios un planeta.
Antes de crearlo, estudió Dios la forma de hacerlo autónomo, es decir, que se alimentara de un mínimo de fluido de Dios; pero que en conjunto se armonizara sin depender directamente de Él.
Y creó el primer mundo, que desde luego no fue la Tierra. También creó su sistema solar. Y le añadió las diferentes estructuras del cosmos y el universo. Al mismo tiempo conformó todos los astros para que se alimentaran con un mínimo fluido de Dios.
Y ese planeta le dio gravitación y una atmosfera para crear vida y poder engendrar el espíritu en la materia.
Este primer mundo, no tiene nada que ver con la creación de la Tierra. La Tierra, cuya creación habla la Biblia a su manera, se creó para albergar espíritus que ya se habían encarnado en otros mundos. Por tanto, la Tierra no es el planeta de nuestros primeros días.
Debemos pensar que existen muchos otros planetas, todos tienen un nacimiento; pero si debemos emplazar un origen, tenemos que hablar de este primer planeta origen.
Este primer planeta se trata de una especie de piloto para encarnar los primeros espíritus creados. Y no tardó 7 días, tardó muchos y muchos años. Porque para el primer planeta, tuvo que crear todo el universo y todo el sistema que lo sustenta a éste y los siguientes.
Y tras crear el primer planeta fértil, creó la materia. Y dio forma a esta tierra y creó al hombre y a la mujer en carne y hueso.
Dios solo hizo nacer dos de esos primeros espíritus. Y del fruto de esa pareja, fue encarnándose el resto.
Éste el principio de nuestra existencia, éste el origen de dónde venimos.