Debemos comprender que Dios nos da la oportunidad de vivir la experiencia de la reencarnación o encarnación, para que aprendamos en esta forma de vida, de sufrimientos y de sentimientos positivos y negativos, lo bueno y lo malo. Al producirse el suicidio se interrumpe esa reencarnación, cortando así bruscamente el aprendizaje y la oportunidad otorgada por Dios, nuestro padre.
¿Qué ocurre cuando una persona se suicida?
Así, por un lado, hemos perdido, hemos roto ese compromiso con nosotros mismos y con Dios de aprovechar esa oportunidad de aprender en la materia todas esas peculiaridades de la vida, de vivir todos esos problemas con sus consecuencias y, en definitiva, proseguir la enseñanza que nos hemos marcado para alcanzar la comprensión en la tierra.
Y, por otro lado, el suicidio rompe esa reencarnación de una forma agresiva al no ser su tiempo para morir o cesar esa reencarnación; encontrándose el alma en shock, pues no está preparada para morir todavía.
Todas las almas que se suicidan entran en turbación y tardan años, bastantes años en salir de esa turbación por mucha capacidad o elevación espiritual que tengan.
Incluso muchos de estos espíritus se aferran a permanecer en la tierra. Hasta que se acercan a ellos hermandades espirituales, dispuestas a ayudarlos y preparan a estos espíritus con gran aporte de fluido para ascender al mundo espiritual y poder salir de esa turbación.
Debemos comprender que cuando hablamos de turbación, estamos hablando de una situación tan caótica que el espíritu no sabe en que plano está, ni cómo ha llegado allí. Esa confusión lo hace continuamente buscar respuestas, pero como está como espíritu, va a velocidad del pensamiento.
Y ahora sigue a un familiar, ahora vuelve al sitio de su muerte, ahora reconoce un espíritu familiar ya muerto, ahora recuerda su sufrimiento en la tierra, ahora entra de nuevo en su cuerpo muerto…y así constantemente, porque se encuentra perdido, sumido en una desesperación de no saber dónde está, dónde dirigirse, a quién escuchar…
Y en esa desesperación, se hace muy difícil calmar a ese espíritu, pues el desconsuelo de la situación que lo ha llevado a suicidarse, lejos de ser un alivio para su sufrimiento, se convierte ahora en otra situación de apremio.
Estas hermandades con su gran aporte de fluido y paciencia, pues se necesita mucho tiempo, llaman la atención de ese espíritu turbado y poco a poco, ese espíritu los acaba escuchando. Cuando pueden captar su atención, pueden empezar a prepararlo para la ascensión.
Una vez ascienden, la confusión se convierte en tristeza. Pues el suicidio conlleva a un atraso importante en la evolución de ese espíritu.
Digamos que el haber roto esa oportunidad, implica haber perdido valores importantes y relevantes para seguir avanzando. Es como si tuviera que empezar de nuevo por haber mal comprendido sus problemas en la reencarnación y no haber reaccionado de la manera adecuada.
Por lo que, sin duda, y a pesar del desconsuelo que puede provocar esa pérdida brusca en la familia o amigos de esa persona que se ha suicidado, quién más pierde, es ese espíritu en sí mismo. No lo olvidemos.
¿Cómo afrontar la idea de suicidio?
Por muchos problemas que tengamos en la vida, por muy desdichados que nos sintamos o creemos que estamos, por grandes o relevantes que puedan ser esas desventuradas situaciones, no debemos suicidarnos.
Debemos luchar por la vida y pedir a Dios nos ayude. Que nos ayude a tener fe y que nos de fuerzas para continuar. Y estoy segura, que Dios nos ayudará.
No debemos olvidar que siempre, en todo momento, los guías de cada persona materializada ayudan en todo aquello que está realizando o va a realizar.
Es cierto también, que Dios al nacer nos da capacidad de juicio propio, libre albedrío, por lo que podemos decidir atendiendo o no la voz de la conciencia que nos aportan nuestros guías.
Si tenemos esas ideas de suicidio, es porque hemos olvidado el sentimiento que nos proporcionan nuestros guías. Y hemos decidido acabar por olvidar esa voz del alma.
Si una persona decide suicidarse, el intento de sus guías fracasa y Dios no frena su decisión.
¿Y por qué Dios no interviene si el suicidio es tan perjudicial para nosotros?
Como hemos dicho anteriormente, Dios nos ha dado libertad propia para decidir por nosotros mismos. Pero al mismo tiempo, también es Su deseo que aprendamos por nuestros propios medios, para poder adquirir un conocimiento digno en relación con nuestros sentimientos y decisiones a lo largo de todas nuestras reencarnaciones.
Así el espíritu que antes estaba turbado por su propia situación que había provocado al suicidarse. Ahora se avergüenza por haber ofendido a Dios y faltado el respeto a Dios y también así mismo.
Por no haber comprendido su situación en la materia y haber afrontado la vida con fe y valía de sentimiento. Por no haber escuchado la voz de sus guías y no haber comprendido que en la vida siempre hay una forma de salir del abismo, si la buscamos con ahínco. Pues aprender cuesta mucho trabajo, ya que estando en la materia, perdemos lucidez de capacidad espiritual. Pero ahí está nuestro destino.
Y al comprender esa situación, de nuevo el espíritu pide a Dios una oportunidad para empezar de nuevo, para reencarnarse de nuevo. Y Dios se la concede, pues jamás pone freno a nuestros deseos.
¿Es posible una persona se suicide, pero finalmente no muera?
Sí, existen este tipo de situaciones porque Dios nos da la oportunidad, aunque sólo una, de darnos cuenta de que nos estamos equivocando.
Y lo hace por dos motivos. Primero para que vea que Dios existe, para que recupere su fe y ese evento pueda hacerlo reflexionar, para que sea consciente que se la ha dado una oportunidad más.
Y debo deciros, además, que esta oportunidad se les concede a todas las personas que proceden a suicidarse. Y deciros también, que esa persona cuando vive esa experiencia de salvación tras hacer un suicidio sabe en lo profundo de su alma que ha sido un aviso y que, de alguna forma, ha sido salvación divina.
Y segundo, porque el suicidio no es una situación de debamos pasar en ninguna de nuestras reencarnaciones. No se trata de una situación a superar o que genere un conocimiento del cual sea necesario para la evolución de la capacidad espiritual.
Por lo que Dios, intenta que nos demos cuenta, sólo una vez para respetar nuestro libre albedrío, que no es necesario seguir por ese camino y que nos estamos equivocando.
Aprovechemos esta vida que Dios nos ha concedido y levantemos el ánimo en pro de la superación de nuestro propio espíritu y la confraternización de las almas.