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Juramento ante Dios

Hacemos uso del juramento para testimoniar nuestra verdad, nuestras intenciones, nuestra voluntad ante los demás y ante Dios mismo.

Sin embargo, ¿somos conscientes de lo que en realidad significar el jurar? No, no los somos. Parecemos actuar alegremente, de forma indulgente, jurando y perjurando antes los demás en nombre de Dios, sin ser consecuentes de lo que eso significa.

Cuando juramos, nos comprometemos con Dios

Hoy en día, aún hay costumbre de jurar ante Dios y en representación sobre la Biblia, para demostrar que vas a decir la verdad y que tu testimonio va a ser honesto.

En el día a día, para demostrar que estamos diciendo la verdad, solemos añadir “te lo juro por Dios”. Parece que eso es suficiente para confirmar que lo dices es la verdad y solo la verdad.

Porque de no ser así, estamos en pecado. Entendiendo como tal, que hemos actuado mal ante nuestros hermanos, pero también contra Dios.

Y es que hermanos, tenemos que ser conscientes que al jurar estamos elevando nuestra palabra a la honestidad del Padre. Estamos haciendo un paralelismo entre lo que decimos y lo sagrado de la Palabra de Dios.

Es como si estuviéramos refrentando nuestra palabra con la ley de Dios y estuviéramos justificando nuestra intención y valía con las cosas de Dios. Como si nuestras ideas fueran un honesto ejemplo de la Ideología y Filosofía de Dios.

Esto, sin duda, es lo que significa, cada vez que nosotros alzamos nuestra voz en juramento amparándonos en la fe y bondad de Dios.

El lazo de fluido

Y es que no son palabras vacías. Y aquél que así lo emplea, atenerse debe a las consecuencias. Porque Dios nos ha hecho a nuestra imagen y semejanza, y cuando como espíritus juramos, unimos un lazo de fluido en nuestro gran para comprometernos con el Padre.

De igual forma, cuando juramos como alma, repercute en nuestro espíritu. Nuestro compromiso se enlaza y nos mostramos ante Dios con nuestras peticiones y voluntades.

Ese lazo pesa, ese compromiso nos une a una forma de actuar para llegar allí donde te has emplazado tú mismo porque Dios no te lo ha pedido.

Y ese lazo no se puede romper porque tú mismo has sellado el compromiso con un propósito. Y de no cumplirlo, pesará como un fracaso.

Las consecuencias del juramento en vano

Si bien debemos ser consecuentes que el juramento no es ninguna banalidad y debemos respetarlo como tal. El hacer uso en vano del juramento tiene unas consecuencias.

Y es que tú te has comprometido con Dios a decir la verdad, a llegar a ese objetivo. Por lo que, sino luchas por llegar a él y fracasas, te sentirás avergonzado y vacío.

Pero peor aún, si juras en vano, y haciendo uso del juramento para que te crean, mientes y te aprovechas de los demás con el testimonio de Dios.  Eso no es un fracaso, es una ofensa contra tus hermanos y contra Dios, es el verdadero pecado.

Porque en nombre de Dios perjuras y te aprovechas de la fe de los demás para que te crean. Eso es hacer el mal, eso es coger la bondad de las cosas de la Dios y hacer mal uso de ellas. Eso hermanos, no se debe hacer.

Y esto es algo muy antiguo, tan antiguo como las leyes de Moisés. Y parece aún, no hemos aprendido.

Respetémonos y respetemos a Dios

En verdad,  ¿es necesario nos emplacemos a hacer juramentos ante Dios? ¿No basta acaso con nuestra palabra? En ese caso, entonces, es que no somos buenos, es que no practicamos nuestra vida con buen ejemplo.

Si no somos capaces de enjuiciar nuestros actos con buena voluntad y hacer de nuestra palabra un testimonio honesto, entonces, no somos seguidores del Cristo, no somos buenos hijos de Dios.

No debemos tomar nuestra palabra y jurar ante Dios en cosas que lejos de hacernos un bien, nos entorpecen y más aún nos embrutece. Porque al hacer uso del juramento, estamos enjuiciando nuestro hacer y nuestra palabra con la de Dios, y si no somos consecuentes, estaremos faltando el respecto a Dios y también a nuestros hermanos, y por supuesto, a nosotros mismos.

Evitemos jurar en nombre de Dios, más aún cuando nos estamos relacionando con cosas mundanas. No porque la reencarnación en la tierra no nos aporte valor, no porque sean de bajo calado las enseñanzas que se deriven hacia el espíritu, sino porque hermanos, bajo la materia cuesta vislumbrar las cosas de Dios y es fácil nos equivoquemos al usar la Palabra de Dios para justificarnos.

Respetemos la Palabra de Dios y seamos honestos con nosotros mismos. Dios no nos pide grandes sacrificios. Tampoco nos pide nos justifiquemos ante los demás. No lo hagamos pues.

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