Nos referimos a la vida eterna cuando hemos alcanzado un grado considerable de perfección espiritual, es decir, que estamos muy cerca de obtener el galardón de la pureza dentro de la escala espiritista.
¿Cuándo podemos hablar de vida eterna?
Cuando hablamos de vida eterna nos basamos en la idea de no tener que nacer más en ningún mundo material inferior. Es decir, no tener la necesidad de volver a reencarnarse como materia por debajo del octavo mundo.
Recordemos actualmente existen diez mundos materiales, por lo que se considera que, a partir de ese momento de madurez y elevación espiritual en que un espíritu supera el octavo mundo, es casi imposible ese espíritu retroceda o involucione.
Llegados a ese momento, se trata de un espíritu que lo comprende todo y tiene noción prácticamente de todo lo que concierne a la vida espiritual. Y hace labores extraordinarias, así como misiones muy importantes, aunque le puedan quedar dos mundos materiales todavía por recorrer, el noveno y el décimo.
Aún así, eso no significa, que excepcionalmente, puedan volver a nacer en un mundo inferior por decreto de Dios y para realizar una misión en concreto, como por ejemplo, ocurrió con Jesús cuando nació en la Tierra como el Cristo.
¿Qué tipo de reencarnaciones se suceden en el noveno y décimo mundos, habiendo obtenido ya la vida eterna?
En estos dos últimos mundos materiales que recorrer, aunque se viva con un cuerpo material, existe una relación tan directa y translúcida con el mundo espiritual, que prácticamente es como si se estuviese como espíritu.
Esta etapa es primordial para comprender los últimos conceptos que le quedan a un espíritu encarnado para poder valorar la capacidad desde el espíritu, comprender la materia y desde la materia poder comprender el espíritu.
A esas alturas, el espíritu es consciente cuando está como espíritu y ve su materia, y desde la materia ve su espíritu. Ve incluso, como sale de su propia materia o se introduce en ella y tiene noción de todo lo que sucede, tanto en el vida material como en la vida espiritual.
Por lo tanto, las vidas materiales en los mundos número nueve y diez, es como si formasen parte íntegra de la vida espiritual, donde llevada al plano material, se funden la materia con el espíritu y se consagra la vida eterna.
Y donde el espíritu aprende los últimos toques de la humanización y de la comprensión de la materia y del espíritu, así como el razonamiento hacia los demás.
Es además en estos momentos, en que Dios al ponerlo en plano como espíritu y como materia, es el mismo espíritu quien valora su propia reacción y su sentimiento en el plano del espíritu y en el plano material, después de las distintas etapas o pruebas que Dios le ponga en su camino.