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¿Y quién creó a Dios?

El hombre y la mujer, como protagonistas de la creación de Dios, tendemos a asimilar nuestra realidad con la posibilidad que al igual que nos ha pasado a nosotros, “alguien o algo” haya creado también a Dios.

El entendimiento materialista

En todo el recorrido de formación y claridad del espíritu, tras la suma de todas las reencarnaciones de los diferentes mundos, incluso llegando a la Tierra, la forma de entendimiento se basa en el materialismo.

Ya no sólo de su propia materia, sino de la realidad de sus sentimientos y de todo cuanto le rodea. Y como materia desea que todo cuanto pase por su pensamiento sea material en forma y aspecto, para así poder aprobarlo en su comprensión de las cosas.

Vivimos aquí en la Tierra, en este mundo en que las formas espirituales no tienen base en la ideología de los hombres. El hecho primario de pensar en una forma superior de Dios y no tener una razón científica o una forma de explicación de Su Creación, choca en el pensamiento materialista.

Esta es la forma de negación, obstrucción y límite que el mismo hombre se impone para privar de esa forma, un entendimiento que abra su intelecto a otras formas más adelantadas de pensamiento, alejándolo de la ideología de Dios y todo a lo que Dios concierne.

Reflexiones

Y bien podríamos dirigirnos a todos los habitantes que pueblan el planeta Tierra y decidles: ¿No comprendéis aún tan ni siquiera vuestra existencia y os preguntáis a cerca de Dios?

No comprendéis la formación y constitución de vuestra propia materia que, aun siendo materia, ésta engendra un alma y que anteriormente fue espíritu. Y que cuando finalice su función como materia, función puesta y engendrada por Dios, volverá al plano del espíritu, al cual pertenece, continuando así su desarrollo espiritual.

Habiéndole servido la vida material de experiencia viva, de amor, de juicio y de comprensión de multitud de experiencias y de situaciones, para así reforzar su personalidad o sus sentimientos, transcendiendo a la capacidad de su espíritu.

Y de nuevo decimos: Si no comprendéis el desarrollo de vuestro propio espíritu, si no dais credibilidad a que Dios Nuestro Padre nos creó, que no podéis concebir cómo Dios con su propio fluido depositó en sus partículas una nueva vida espiritual; ¿cómo entonces podemos exigir a Dios? Aquél que de toda enseñanza y comprensión de los mundos proviene, ¿que nos explique Su Procedencia?

Todo a su debido tiempo

Hermanos, si en verdad no comprendéis lo más sencillo, que es la necesidad de la reencarnación como fruto y experiencia de sumación espiritual y de desarrollo. ¿Pensáis que se solucionaría todo al saber la procedencia divina?

Pues si así pensáis, estáis muy equivocados.

Dios nos dará todo entendimiento según nuestra capacidad de desarrollo y comprensión. Debemos esperar y tener paciencia.

Pensad que si se compartiera ese tipo de entendimiento con el pensamiento materialista que tenemos en este planeta Tierra, no sólo no se daría importancia, sino que tampoco se creería.

Probablemente incluso sería motivo de burla y diversión para muchos, usando una vez más las cosas de Dios para aplastarlas con su ignorancia y sentirse más hombres.

Un espíritu debe ser paciente y saber esperar, porque ha de aprender la lección de la paciencia para sentirse humano. El hecho de saberlo todo, de escucharlo todo, no hace más inteligente al hombre, sino que a veces el hecho de conocer una ciencia nueva de conocimiento, que escapa al alcance de comprensión de dicha alma, puede incluso dar al traste esa experiencia y frenar su desarrollo.

Principios de fe

La razón viva espiritual que estriba y nace de Dios, se basa primordialmente en dos cosas principales para el mundo espiritual y también para el mundo material:

  1. Si es positivo para el desarrollo de ese espíritu que conozca ese contenido espiritual y comprenda a través de esa experiencia, entonces Dios que todo ve y provee, se le facilitará.
  2. Si es negativo para el desarrollo de ese espíritu que conozca ese contenido espiritual y va a retrasar su capacidad, entonces Dios nunca compartirá ese contenido.

Hermanos, nos esperan muchos premios, mucha gloria, mucha perfección, pero largo camino todavía.

Sólo y exclusivamente sabremos la existencia o cómo se formó Dios o de dónde procede Dios cuando lleguemos a ser espíritus puros. Dicho de otra forma, será Dios mismo quién nos explique esa realidad directamente. Pues siendo espíritus puros, se recibe la enseñanza directa de Dios Nuestro Padre.

Digamos que hasta que no se llega a la pureza, no se tiene un nivel de adaptación a la comprensión de las cosas en grado suficiente como para asimilar esas realidades.

Se debe estar muy preparado y haber superado todas las formas mate­riales y espirituales, para llegar a la perfección, a la pureza, para que Dios comparta con nosotros Su Enseñanza.

Una de esas enseñanzas, es la explicación, la comprensión y la visión, hecha realidad por Dios Nuestro Padre de Su Formación, de Su Nacimiento y de Su Creación.

Conclusiones

Lo único que podemos adelantar es que Dios tuvo también un origen y un principio. Pero me temo, hermanos, que debemos esperar aún un tiempo para que esa pregunta pueda ser contestada.

Y será contestada por Dios Nuestro Padre y por nadie más.

Y tened en cuenta que nadie en la Tierra ni en ningún otro mundo, puede saberlo y que, por tanto, cualquier explicación del nacimiento de Dios será falsa.

No hagáis caso a cuanto os puedan decir, porque sólo y exclusivamente es explicado y revelado por Dios mismo, cuando lleguemos a la pureza.

Sin embargo, debemos tener en cuenta nuestro sino y respetarlo. Está bien nos hagamos preguntas, y está muy bien pensemos y nos preguntemos cómo Dios se originó. No es pecado. Ojalá eso sólo fuera motor suficiente para emprender con fuerza el recorrido hasta la pureza.

Llevamos implícito el aprender, evolucionar y gracias a la inteligencia que Dios nos provee, emplazarnos a nuevos retos de comprensión.

Simplemente hermanos, respetemos a Dios y cojamos firmemente nuestra fe, así llegaremos a la capacidad necesaria para seguir avanzando en este camino que Dios nos ha preparado para llegar a la pureza.

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