¿Qué hace que busquemos eternamente el amor perfecto? Por qué pase lo que pase, ¿la mayoría de los que están reencarnados, no se rinden a encontrar la pareja perfecta?
Por supuesto que así debe ser, hermanos, somos espíritus y nuestra naturaleza espiritual nos pide amar. No debemos frenar esa capacidad de amar, pues con ella encontraremos una palanca importante en la que superar las exigencias de la vida y crecer exponencialmente nuestra capacidad espiritual.
El amor de pareja
El amor es la entrega más pura y auténtica que tiene el espíritu para confraternizarse con los suyos. Esta capacidad trasladada al amor de pareja, conlleva a la entrega total y sin condiciones hacia la otra persona.
Estando reencarnado el amor es complejo entenderlo y más aún llevarlo a la práctica. Pero ahí está nuestra valía. Pues del esfuerzo y el trabajo en conseguirlo, lograr entenderlo y cuidarlo, alcanzaremos la capacidad suficiente para que, en el plano del espíritu podamos extenderlo sin límites.
El amor no sólo implica atracción física, sexual, pero sin lugar a duda, va a ser un factor importante para poder enlazar el sentimiento espiritual con la materia.
Entender a la otra persona, escuchar e intentar ponerse en su lugar. Ceder cuando el valor no merece la riña. Reconfortar y acompañar en el fracaso. Mantenerse a su lado ante toda adversidad. Ayudarle a cambiar.
Interminable seria la lista de acciones que ejemplifican el amor de pareja, porque es una capacidad espiritual y como tal es infinita.
El amor de verdad
El amor es además el estímulo más importante que tiene el espíritu para evolucionar en la escala espiritista.
Cuando desarrollas la capacidad de amar, que suele iniciarse al alcanzar la luz, tu devoción hacia los demás, hacia los espíritus en particular con los que has convivido durante reencarnaciones, tus hermanos afines, es prioritario y paralelo a tu propia evolución.
De esta forma, las reencarnaciones se programan para no sólo alcanzar tus objetivos sino ayudar a que se cumplan las de tus hermanos afines.
Por esta razón, cuando alguno de ellos se queda rezagado de la evolución del resto, la tristeza y dolor por no poder continuar juntos aflige el espíritu. Incluso, algunos, en especial cuando se trata de almas gemelas, son capaces de volver atrás puntualmente y reencarnarse en mundos que ya han superado, para ayudar a que regrese al grupo y poder seguir avanzando juntos.
Esto hermanos, es verdadero amor. Y ese amor es el que buscamos cuando nos reencarnamos. Siendo ilusos, pues, es difícil lo hallemos bajo el manto de la materia que nubla nuestros preciados recuerdos y merma nuestra capacidad espiritual.
No en vano, no podemos rendirnos. El buscarlo y luchar por él, es justo lo que nos hace aprender y evolucionar.
Por ese motivo nos desilusionamos una y otra vez, pues dentro de nosotros se anhela ese sentimiento de confraternización, ese amor que nos une y nos hace grandes. Grandes como espíritus, grandes hijos de este Dios nuestro que nos conduce, gracias a las reencarnaciones que nos concede a expandir esa capacidad innata de amar.
Porque el triunfo no reside aquí en la tierra, en la vida de esta reencarnación. No olvidéis nunca que todo lo verdadero, lo que realmente somos, lo que permanece en nuestro yo verdadero, el espíritu gran; reside en el plano espiritual.
Por esa razón, no sentiros desilusionados aquellos que os sentís fracasados por no hallar pareja, por no tener amigos, por no tener vuestro círculo social, por estar con una persona que no os llena. Pues si en esa búsqueda no habéis hallado fruto, sin duda ascenderá todo ese conocimiento y prosperareis para seguir avanzando en la carrera espiritual.
Porque yo os aseguro que en el mundo espiritual ningún hermano está falto de amor. Sino todo lo contrario.
El respeto y el amor, el amor y el respeto
Hemos comentado en otros artículos del blog la importancia del respeto para buscar el equilibrio de las virtudes. Porque sino aprendemos a respetar, nada valoramos.
El amor no es una excepción. Si no aprendemos a tener respeto por nuestra pareja, por nuestros hermanos, difícilmente vamos a aprender a amar.
Porque justamente es esa capacidad de poner primero al prójimo a ti mismo lo que nos lleva a amar de verdad. Y si no somos capaces de acallar nuestro ego y aparcar nuestras prioridades por aquellos a los que amamos, no evolucionaremos.
El amor no es gozar de compañía o acordar unas reglas de convivencia o unirse para conseguir otros propósitos. Es la entrega al otro, a los demás.
Por lo tanto, si verdaderamente aprecias a tu pareja, a tu hermano, lo respetarás. Y si lo respetas, tu amor se desarrollará.
Bien es cierto, que si la otra persona, lejos de corresponderte, se desvirtúa e impide tu desarrollo, hay que saber diferenciarlo. Esto no sería amor, sería aprovechamiento por parte de la otra persona y también hay que saber respetarse a uno mismo.
El amor es la base de todas las virtudes. Su desarrollo nos conduce a alcanzar nuestra capacidad espiritual completa. Vale la pena pues poner todo nuestro empeño en esta reencarnación, en las venideras y por siempre.
La desvirtualización del amor
Minimizar el amor a la atracción sexual y/o la conformidad de factores materialistas, es limitar nuestra capacidad y conformarnos con un simple espejismo.
Es además un desprestigio a nuestra naturaleza como espíritus. Porque si Dios nos da el don de amar y nos da el libre albedrío para desarrollarlo, y con él descubrir capacidades ilimitadas, ¿por qué desvirtuarlo con placeres mundanos y bienes materiales?
¿Qué sentido tiene entonces la vida material, si no nos eleva a alcanzar aquello que Dios nos ofrece?
Hermanos, más vale caerse una y otra vez, buscando amor verdadero; que desvirtuar este preciado don que Dios nos ha dado.
Aquellos que luchan por el amor de verdad, llegan al plano espiritual con los bolsillos llenos de esperanza. Pues han cultivado la capacidad suficiente para evolucionar en la carrera espiritual y afrontar nuevos retos.
Sin embargo, aquellos que desvirtúan al amor porque pasan inadvertidos por la reencarnación, conformándose con aquello que es placentero y provechoso a nivel material; regresan vacíos y faltos de ánimo para seguir avanzando.
Y los hermanos superiores, hermandades destinadas a cuidar de la evolución de los hermanos necesitados, los alientan para prepararse de nuevo y probar con nuevas reencarnaciones, después de largos periodos en los coros.
Es el mundo espiritual. Allí todos nos amamos, cada uno en su capacidad y afinidad. Y todos somos ayudados a seguir el camino de Dios, cuantas veces fracasemos porque tenemos la eternidad por delante.