La enseñanza de la vida reside en la experiencia de todas las cosas a través de la fructificación del espíritu.
La concordancia de todas las emociones encontradas en el seno de la materia, debe de transcender al plano del espíritu.
Todo lo que concierne al Padre, Dios, debe de concernir a todos sus hijos, nosotros. Como también, toda esperanza puesta por los hombres, por las almas y espíritus, debe consolidarse en un mundo futuro, en el cual, todos, sin excepción, nos encontremos en el plano espiritual deseado, que es al lado de Dios Nuestro Padre.
El principio de las cosas
Que el amor del Padre firmemente infundido por Él hacia todos sus hijos, haga nacer en todos nosotros, espíritu o materia, el sentimiento de la verdad. Inspirándonos a cada uno un sentimiento de anhelo hacia Dios que es la fuente, el fruto, donde nos alimentamos todos, el fluido de Dios.
La misericordia del Padre llega hasta vosotros. Cogedla pues y uniros firmemente. Haced buen uso de ella.
Del fluido de Dios coged todo cuanto veáis y convertidlo en bueno. Coged las enseñanzas divinas y practicadlas para el bien.
Ayudad y reconciliaros aquellos que estáis en desbandada, que estáis desunidos, que huis de vuestros semejantes, de vuestros seres queridos.
Vosotros que habéis huido del lado de vuestra familia, acercaros y dad la vuelta al principio de ella.
Unificaros porque en verdad os digo que se están aconteciendo y aún más vendrán, tiempos difíciles de comprensión, donde el alma debe de aprender y esforzarse, donde las tortuosidades de los pobres de espíritu se acrecentarán a medida que vayamos adentrándonos en los años venideros.
Debemos cambiar para vencer las dificultades de la vida
La evolución de la Tierra debe significar para nosotros un punto de reacción vivo. Si la Tierra debe de cambiar, debe ser por nuestro esfuerzo.
Si la Tierra se supera que sea porque nosotros, todos, nos lo proponemos. Y es mejor que se proponga el esfuerzo desde la materia secundado por la gran influencia de los espíritus para que la influencia de Dios sobre todos los espíritus llegue hasta vosotros.
Y con nuestra fuerza de voluntad, forzándonos cada día por ser mejores en todos los aspectos de la vida familiar. Rompiendo todas las cadenas de injusticia y elevándonos mucho más a través del pensamiento hacia Dios. Aprendiendo y escuchando a través de la voz interna de nuestros guías, lo que ellos nos infunden para salvarnos de todas las cosas negativas existentes en la Tierra y que pase lo negativo por nuestro lado inadvertidamente.
No dejemos pasar lo virtuoso, lo hermoso, lo puro, que viene de este Dios nuestro y que nos transmite a través de su Palabra.
Palabra que nos llega a través de los espíritus puros, de los espíritus más elevados en la pureza, para que no exista transfiguración ideológica en el sistema o principio espiritual hacia los hombres. Para que no existan equivocaciones en los planteamientos del espíritu y donde se marca una línea de continuidad, de progreso, de salvación y de luz de camino hacia el Padre, hacia la vida eterna.
El motor del cambio es creer en Dios
Dios nos contempla y nos guía, siempre y cuando nosotros, todos hermanos, lo deseemos de corazón.
Levantad vuestro ánimo, entonces hermanos, y que nadie se sienta pequeño cuando mire a Dios. Cuando eleve el pensamiento que se sienta orgulloso de este Dios nuestro, que no sienta vergüenza de creer en Dios.
Que cada hombre de la Tierra, cada hermano, se centre en lo hermoso de su reencarnación y con fuerza de ánimo avance en plenitud de su desarrollo, y se fuerce más en la ayuda a su prójimo y a los demás.
Y cuando eso haga y llegue el cese de su vida en la Tierra, haya triunfado por sus propios méritos, por su fuerza en todo aquello que ha realizado, y puesto en todo ello de buena fe, comprenderá en el plano espiritual mucho más al Padre.
Así, un día, cuando acabe su progreso en el desarrollo espiritual, verá a Dios. Y prendado de la inteligencia divina, accederá a la presencia del Padre y allí, serán satisfechas todas las formas de sentimiento, de paz y de ilusión.
Caminad por la senda del bien. Sentiros hombres libres y luchad según en el plano que estéis. Porque Dios a todos nos ve y sabe en cada momento lo que hacemos y lo que pensamos, por lo que a Dios no podremos engañarlo nunca. Que nadie piense que puede hacer algo a escondidas de Dios.
Por eso os digo, haced las cosas con sentimiento propio, hacia lo humilde. Practicad la humildad en vuestra reencarnación y que vuestro ímpetu de vuestra fuerza interior no derroque la unión de vuestros hermanos.
Que, si sois padres, unifiquéis el sentimiento de vuestros hijos, para que la familia no se desmorone. Y con toda esta armonía de juicio y sentimiento hacia Dios, realcéis esa reencarnación progresando hacia el Padre, hacia la elevación de vuestra alma, de vuestro espíritu, luchando por vuestra superación.